Es probable que te hayas topado con un erizo en tu camino alguna vez. Estos fascinantes mamíferos se caracterizan por su peculiar armadura compuesta por sus espinas, lo que les permite protegerse de los depredadores y la intemperie. Si te has encontrado con un erizo, puedes estar seguro de que no te hará daño. No obstante, existen ciertas precauciones que debes considerar para ayudar a esta criatura responder a su instinto natural.
En primer lugar, si decidiste tomarlo en tus manos, asegúrate de que sean tus propias manos las que sostengan al erizo. Debido a su armadura de púas, el animal podría lastimarte si tratas de llevarlo usando un trapo o ropa. No tires ni golpees al erizo, ya que esto podría causarle daño. Si quieres separar los segmentos de su armadura para ver cómo se ven las patas, hazlo con mucho cuidado y suavidad y siempre manteniendo el ángulo correcto para que no se lesionen sus miembros.
Si buscas corroborar si el animal está saludable o no antes de devolver su libertad, fíjate en sus púas: deben ser afiladas y se deben alargar gradualmente hacia afuera desde el centro del cuerpo. Las garras son otro buen indicador de la salud de tu nuevo amigo; éstas deben ser simétricas y firmes con un borde afilado sin signos de desgaste ni roturas. La piel del erizo también ofrece información valiosa: si ese parche central entre los ojos está descolorido o inflado, es posible que el animal tenga alguna enfermedad o desnutrición. Esto requiere la asistencia inmediata de un veterinario experto.
Adicionalmente, los erizos son animales terrestres y no marinos, por lo que es recomendable guardarlos lejos de la orilla. De hecho, en muchas partes del mundo está prohibida la captación y transporte del erizo sin autorización previa, por lo que es importante familiarizarse con estas regulaciones antes de tomar cualquier tipo de decisión respecto a este mammalín maravilloso.
¿Cómo ayudar a un erizo?
Existen varias formas de ayudar a un erizo encontrado en la naturaleza sin recurrir a la captura o domesticación: la primera es no molestarlos innecesariamente mientras realizamos nuestras actividades al aire libre; evitemos construir fuegos u objetos artificiales cercanos a los terrenos donde suelen aparecer estos animales. También es importante reducir nuestro consumo de pesticidas en espacios abiertos, ya que estos productos eliminan la cantidad natural de insectos a los que los erizos son tan sensibles.
Otra práctica útil consiste en aportar diversidad a las zonas perturbadas en las cuales vive el erizo; introducir plantas nativas beneficiarán tanto a la tierra como al entorno en general; además, esto creará habitats favorables para los insectos necesarios para mantener saludable al erizo en cuestión (además de promover mayor actividad faunística).
Por último, evitemos destruir sus nidificaciones: los conejillos de indias son muy cautelosos durante el proceso del alumbramiento; necesitan espacios tranquilos donde sentirse protegidos hasta que sus crías sean maduras para salir a explorar el mundo exterior (no tendrás mucha suerte si intentas capturarlos durante este periodo).
Conclusion
En resumen, encontrarse con un erizo es una experiencia única y estimulante; pero para hacer nuestra parte como protectores de las tierras salvajes debemos recordar respetarlos como lo haríamos con cualquier otro animal silvestre. Al aprender a tratar correctamente a este adorable mamífero podremos disfrutar mejor su compañía sin peligro alguno para nosotros mismos ni para ellos.